QUE EL CINE SIGA SIENDO CINE
Gonzalo Olabarria. Concejal de Cultura y Gobernanza del Ayuntamiento de Bilbao.
Han sido muchos meses duros para las salas de exhibición cinematográfica. La prudencia y la salud pública hicieron recomendable limitar (muchísimo en algunos momentos) la afluencia del público a recintos cerrados de uso público como son las salas. Con la progresiva mejora de la situación derivada de la pandemia, ¿por qué, como defendemos, hay que volver ahora a las salas?
Si uno se hacía esta pregunta hace dos años, no creo que la respuesta dada tuviera que ver con la que se dan los espectadores que ya han regresado a las salas. Antes pensábamos en si íbamos al cine para darle sentido a nuestros sueños, en si creíamos que acudiendo a la sala oscura íbamos a encontrar imágenes y sonidos, ideas y vivencias ajenas que nos hicieran replantearnos nuestra visión del mundo.
Tras los largos meses de azote pandémico esas respuestas son esas mismas, siguen de plena vigencia, pero a esas poderosas razones –y a otras que no he mencionado- conviene añadir otras que la urgente realidad ha llevado a las salas. En primer lugar, porque la experiencia de ver cine en una sala, aunque solo sea porque lo hacemos con menor frecuencia, tiene poco que ver con hacerlo en el salón de casa. Lo sabíamos antes de la pandemia y lo sabemos mejor ahora. Pero del rito de acudir a la sala conviene resaltar estos días el beneficio económico que permite a las salas subsistir y que podamos seguir con ese ritual iniciado hace más de 125 años. De que sigamos ejercitando la buena costumbre de ir al cine depende que no lamentemos su desaparición dentro de unos años. Como respuesta para los que piensen que exagero recordaré que ya hace tres años más de un tercio de las personas del estado español residían en poblaciones sin salas de cine.
En nuestra sociedad, no podemos imaginarnos un mundo sin cine, pero cada vez hay más niños y niñas, más jóvenes que sí se pueden imaginar un mundo sin salas de proyección. Dicen que la nostalgia puede ser beneficiosa, pero muchas veces nos dejamos vencer por la despreocupación y los asuntos ‘verdaderamente importantes’ de nuestras vidas. De que el cine (ese sin el que no podemos imaginarnos el mundo) se convierta en ‘contenido’ quizá dependa su viabilidad.
En noviembre de cada año, ZINEBI reúne para la ciudadanía de Bilbao una variadísima propuesta cultural procedente de todo el mundo. Muchas de las películas que podremos ver no se han visto hasta ahora en el estado español y, sin festivales como ZINEBI, quizá nunca podríamos descubrirlas. Tenemos una oportunidad inmejorable para contribuir a que el cine, en un futuro no muy lejano, siga siendo cine.