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    Mikeldi de honor 2019

    CLAIRE SIMON

    EL TRANCE DE LA ESCUCHA EL CINE DE CLAIRE SIMON

    Si quisiéramos destilar aprendizajes —como destilan orujo de la uva los protagonistas de Le village—, una de las enseñanzas fundamentales de la filmografía de Claire Simon sería su certeza de que lo real debe ponerse en escena. No lo duda quien rescata las topografías filmadas como un personaje más (el patio en Récréations, la estación en Géographie humaine y Gare du Nord, el bosque en Le bois dont les rêves sont faits, “the village”…). Como buena alumna de los Ateliers Varan, fundados por Jean Rouch, sus filmes se ven influenciados por los modos de hacer del cine directo y por la idea del cine-trance. De esa escuela hereda la premisa de que dirigir no es sinónimo de manipular, sino conciencia del medio mismo, creación participada e intervención ética ineludible del punto de vista.

    Maestra de la hibridación de los códigos y procesos del filme a favor de mostrar lo intenso de lo real, sus películas son ejemplo de una práctica cinematográfica radicalmente comprometida con las historias de sus protagonistas: comprometida con la escucha. Y ese compromiso cine- matográfico implica involucración física, agarrar la cámara, controlar el encuadre para controlar la historia, para persuadir con la historia, para encarnarla, hacerla cine. Hay trance y hay compromiso cuando escucha/filma a los lugareños de Lussas, a la par que escucha/filma las discusiones para sacar adelante la plataforma de documental bajo demanda Tënk (Le village); cuando escucha/filma a los alumnos y alumnas que hacen las pruebas de acceso a la escuela de cine La Fémis (Le concours); cuando escucha/filma la soledad (Premières solitudes) o el amor juvenil (800 kilomètres de différence – Romance); cuando escucha/filma la búsqueda de libertad de las mujeres (Les bureaux de Dieu)…

    En la reciente Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, contaba Simon que es precisamente el acto de escuchar, de depositar su atención en la persona filmada, pero también de pedir a las personas que intervienen en escena que se escuchen las unas a las otras, lo que genera la relación adecuada. Así, “las palabras se alzan como castillos de aire y se convierten en experiencia cinematográfica”, dice, devienen trance fílmico. El arte de la entrevista se une a la capacidad de apreciar el azar y usarlo a su favor. Capacidad de generar relaciones adecuadas para invocar historias grandes en historias pequeñas. La guerra cabe en el patio de una escuela. Camboya cabe en el bosque de Vincennes. La esperanza del cine documental comprometido cabe en un pueblecito del sur de Francia. Y ahí ha estado Claire Simon, escuchando.

    Marta Nieto Postigo
    Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona


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