12 de Noviembre
11:30h
Sala Azkuna Zentroa. Sala Bastida Aretoa
Ritmo, imágenes y cuerpos
Aprendí a dirigir de manera autodidacta y, como no tenía ni idea de cine ni tenía dinero, montaba yo misma mis películas. Enseguida vi que era más fácil ganarme la vida como montadora que como directora y empecé a alquilar películas en el videoclub para contar los segundos que duraba un primer plano y los que duraba un plano general, los rebobinaba y los volvía a contar. Fue entonces cuando empecé a observar que con un cambio de plano te puedes ir de la Prehistoria al siglo XX, que el tiempo justo que duran los planos coincide con lo que tardas en entender su contenido, y que lo importante del montaje no estaba ni en una cosa ni en la otra, sino en el ritmo que le podías dar a la película rodada a través de él.
El montaje es una forma de arte en sí misma. A través del montaje se crea una experiencia visual que nos transporta a mundos imaginarios y nos conecta con las emociones más profundas.
Las mujeres montadoras de cine han desempeñado un papel fundamental en la industria cinematográfica a lo largo de los años. Su talento y habilidad han contribuido en gran medida al éxito de muchos directores aclamados como Martin Scorsese o Quentin Tarantino.
La presencia de las mujeres montadoras en el cine español apenas supera un 30% del total del colectivo. Aún estando lejos de la paridad, sigue siendo un porcentaje más elevado del que encontramos en otras especialidades. El montaje es un trabajo que sucede en una sala oscura y pequeña en la que estás a solas con el director o la directora, implica mucho tiempo de escucha y una estrecha relación con la otra persona. Es un espacio que normalmente no está bien distribuido ni pensado y que puede generar problemas físicos, jerarquizar la relación o hacer que el diálogo fracase. Espacios, cuerpos, relaciones, imágenes, ritmo, escucha, orden, posición, sillas y plantas, de todo esto va este encuentro.
Virginia García del Pino