Erabili gure bilatzailea

OHOREZKO MIKELDIA

ESTHER GARCÍA RODRÍGUEZ

En su pueblo segoviano, Cedillo de la Torre, no había cine. Aunque sí un pequeño salón de baile donde, de vez en cuando, una compañía ambulante proyectaba películas.

Fue en aquel salón lleno de humo y besos furtivos, de la mano de su padre, donde Esther García vio su primera película: nada menos que Tarantos de Robira Veleta. No sabemos si el poderoso influjo de aquella niña tuvo algo que ver, pero lo cierto es que Tarantos llegó hasta los Óscar.

Visto con perspectiva, no es pequeño este detalle. Esther García ha recorrido la deseada alfombra roja de Los Ángeles con varias de las películas que ha producido y es muy posible -eso esperamos- que vuelva a hacerlo con Sirat, dentro de poco.

Entró en el cine por casualidad, cuadrando cuentas, como cajera pagadora en rodajes donde la mujer ocupaba el lugar más silencioso y menos iluminado del cuadro.

Estamos hablando de hace 50 años y nuestro cine, excepto algunos destellos, estaba -como casi todo en aquella España- liderado por hombres. Hombres acostumbrados a patrones de autoridad que necesitaban una revisión urgente.

A ese cine llegó con todos sus súper poderes Esther García. Llena de empatía,  talento, belleza, fuerza y un deseo loco por aprender.

Arranca su carrera en un año,1975, que marca un antes y un después en la historia de España. Y lo hace, de la mano de Pedro Olea y su  Pim, pam, pum… fuego, película a la que seguirán la serie de TVE Curro Jiménez, Los bingueros de Mariano Ozores, Sé infiel y no mires con quién y El año de las luces de Fernando Trueba, La vida alegre de Fernando Colomo, El pecador impecable de Augusto Martínez Torres… o la serie de TVE Los pazos de Ulloa de Gonzalo Suárez… Una primera década de profesión, a la que hay que sumar otros trabajos para televisión con Mario Camus o Pilar Miró.

Es fácil imaginar cómo su forma amable, precisa y perseverante de trabajar, no tardó en cautivar a cada director y a cada equipo que se cruzó con ella.

Creo que no exagero si digo que, en ese preciso momento, el cine español comenzó a cambiar.

A lo largo de su extensa carrera, Esther ha recogido numerosos y prestigiosos premios. Algunos, como El Nacional de Cinematografía, o El Premio Donostia que el  Festival de San Sebastián le entregó hace apenas dos meses, han puesto el foco, por primera vez, en una disciplina, la producción, apenas considerada para merecer  tan sobresalientes reconocimientos.

Ayudar a visibilizar la autoría y el decisivo aporte creativo de los productores, iluminar un trabajo que queda habitualmente en la sombra, es otra de las contribuciones de Esther a la industria de este complejísimo arte de hacer películas.

Gran parte de su carrera y de su vida está ligada a los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar, de los que no se ha separado desde el rodaje de Matador en 1986. Casi cuarenta años juntos, que incluyen algunos de los títulos más importantes y con mayor calado internacional de nuestro cine: La ley del deseo, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Átame, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre, Hable con ella, La mala educación, Volver, Los abrazos rotos, La piel que habito, Dolor y gloria, Madres paralelas, La habitación de al lado…  o Amarga navidad, que llegará a los cines el próximo año.

Además de todos los títulos dirigidos por Pedro Almodóvar desde 1986, Esther García ha liderado desde la factoría El deseo, la producción de películas de otros cineastas:  Acción mutante, de Alex de la Iglesia, Tengo una casa de Mónica Laguna,  El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro, Pasajes de Daniel CalparsoroMi vida sin mí,  La vida secreta de las palabras  y Nieva en Benidorm de Isabel Coixet, El patio de mi cárcel de Belén Macías, o Sirat, de Óliver Laxe, seleccionada para representar a España en la próxima edición de los Óscar.

En su inquebrantable voluntad por establecer puentes entre países, se incluyen importantes colaboraciones con producciones argentinas. Entre ellas, Relatos salvajes de Damián Szifron, El último verano de la Boyita de Julia Solomonoff, o La niña santa, La mujer rubia y Zama de Lucrecia Martell.

Participante activa de CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales), su compromiso social y feminista también ha encontrado en el documental un elocuente espejo de nuestra historia reciente. Con la pata quebrada y Manda huevos dirigidos por Diego Galán, analizan minuciosamente la representación de los roles de género en el cine español. El silencio de otros, de Almudena Carracedo, rodado a lo largo de más de seis años, aborda otro de los temas que obsesionan a Esther García: la memoria histórica.

¡Ni un paso atrás, compañeras! Gritaba en el escenario del Kursaal elevando su premio Donostia el pasado mes de septiembre.

Ni un paso atrás.

Gracias, Esther.


Has tenido que inventar nuevas reglas para llegar hasta aquí. Has demostrado que es posible coordinar a cientos de equipos sin levantar la voz. Que el mejor alimento para la autoridad es el diálogo. Que ningún problema te resulta ajeno. Que la pasión, el esmero y la ilusión son contagiosos. Que todos somos necesarios cuando trabajamos por un objetivo común. Y que el cine puede mover el mundo.

Paz Sufrategui

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