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    MIKELDI DE HONOR 2021

    IMANOL URIBE

    IMANOL URIBE, LA INCÓGNITA DESPEJADA

    La ecuación resultante del cine que abrió conciencias y rompió tabúes, el que nos trajo las urnas, no sería la misma en la procelosa historia del cine español si de ella despejamos la incógnita Imanol Uribe (El Salvador, 1950). Tras realizar estudios de Medicina y Periodismo, durante la naciente democracia, se graduó como Director en la Escuela Oficial de Cinematografía, y ya entonces sus primeros relatos, incluso los esbozos de escuela, gravitaban la conciencia y el activismo político desde el thriller en un tiempo en que los thrillers hacían saltar los complejos de nuestro cine. El proceso de Burgos (1979), La fuga de Segovia (1981) y La muerte de Mikel (1984), todas hoy históricas, trazaron un camino para los que llegaron después, instauraron una suerte de sello y actitud respecto a lo que podía y debía ser filmado. Una década después, con Días contados (1994), volvió al universo sociopolítico vasco para recoger la Concha de Oro y el récord de nominaciones a los Goya. En el año de Maixabel (2021), cuando el cine español ya puede retratar a miembros de ETA como seres humanos sin tener que pedir disculpas, debemos recordar que la película de Bollaín se yergue sobre territorios conquistados por aquellos valientes trabajos de Uribe, que tantas críticas recibieron.

    La incógnita Uribe ha transitado por toda suerte de anomalías, formatos y géneros, y desde la muy reivindicable La luna negra (1989), memorable largometraje televisivo de terror, ha realizado para la pequeña pantalla series como La huella del crimen (1991) o La mujer de tu vida (1994), además de producir desde Aiete Films trabajos de ilustres compañeros de generación como Montxo Armendáriz (Secretos del corazón, 1999) o Manuel Gutiérrez Aragón (Visionarios, 2001). Interesado también por recorridos literarios, encontró el éxito de público adaptando a Gonzalo Torrente Ballester en El rey pasmado (1991), a Antonio Muñoz Molina en Plenilunio (1999), a Ángel García Roldán en El viaje de Carol (2002) o a Arturo Pérez Reverte en La carta esférica (2007), siempre desde la ductilidad de un cine que se debe al tono y a la aritmética del relato, pero sobre todo a la exactitud de los intérpretes. Su cine se ha concedido tiempos de preparación y espera entre películas, para construir a lo largo de cinco décadas una filmografía ecléctica y reconocible, donde reparte por igual su predilección por la serie negra (Extraños, 1999) y las historias de concienciación social y política (Bwana, 1996). Con su último trabajo en preparación, Llegaron de noche, el cineasta bilbaíno nacido en San Salvador cerrará el círculo de un cine comprometido con las causas políticas de su tiempo al poner en escena la sangrienta matanza de jesuitas en 1989 durante la guerra civil salvadoreña.

    Carlos Reviriego
    Programador, crítico de cine, docente

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